Reconozco que desde hace ya unos días tengo instalada en el cuerpo lo que se podría llamar... algo así como una pereza muy mala para lo que viene siendo aguantar al prójimo. Bueno, no al prójimo en sí... si no a ese prójimo repateador, ese prójimo de Tolosa-be, ese ser que no tiene otra cosa mejor que hacer que corregir a todo el mundo con sus amplios conocimientos.
Que puede ser que sí, tenga muchos conocimientos, y que en ocasiones los demás metemos la pata al expresar una u otra opinión... pero es que en ocasiones me dan ganas de gritarles a la cara, no decirles... no, gritarles a pleno pulmón, con larvacillo inconsciente incluido, que se meta su resabida puntilla por la punta el coño. Y si no tiene coño, que dilucide como hacerse uno, que con lo listo que es fijo que no tiene problema encontrando solución.
Y que no es porque no quiera yo asumir que en ocasiones meto la pata, ni porque me fastidie que alguien sepa más que yo; es por esa forma de expresarse, ese tonillo de voz tan... ahostiable. En fin, que todo en su ser me repele y me vuelve violenta incluso... Qué falta de collejas más grave se detecta en estas personas, que como dije en el post del otro día, muchas veces siguen vivos porque la gente tenemos más educación que cultura en ocasiones.
Y es que no te creas tú que tienen el don de saber cuando callarse... No. Y como sean de estas personas con las que, por algún motivo, te una algún tipo de lazo de amistad o de familia es ya el acabose del ser impertinentes.
Qué coraje y fatiguita me dan.
1 comentario:
Con el tiempo se aprende que la pedantería oculta siempre una inseguridad acerca de cual es el verdadero lugar en el cosmos de la persona que la detenta y que se agarra a ese especie de conocimiento castrante y machacón como si de ello dependiera su vida. estás aprendiendo a ignorarlos y ese es el primer paso para superar esa especie de fatiga crónica que terminan provocándonos. ¡Felicidades y adelante, que vas por muy buen camino! :*
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