A veces hay que decir basta.

Cuando algo, una situación, una persona, un trabajo... te afecta hasta el punto de suponer un problema para tu salud, hay que plantearse muy seriamente qué es lo que está fallando, y si es necesario, alejarse de manera inmediata de dicho foco de malestar.
En ocasiones la gente se aprovecha de otra gente, abusa de la confianza, se toma demasiadas libertades... y te encuentras en la horrible situación de necesitar escapar. 
Puedes hacerlo. 
Siempre se puede decir basta.

Mira, tu salud es algo prioritario. Aunque suene a tópico del gordo de Navidad, sin salud no importa el dinero ni todo lo demás. Y más cuando tu salud se ve afectada por un factor psicológico... Porque entras en una espiral muy desagradable. Todo es negro, todo es feo, todo es frío, todo molesta... Lo se porque estaba ahí. Una y otra vez. Siempre acabo ahí por un motivo u otro. Y siempre he dicho basta.

Algunos te dirán que cuando rompas con esa situación hables claro, dejes claro lo mal que te han hecho sentir, que busques al culpable y le cantes las cuarenta. Como si eso te fuera a hacer sentir mejor. Y no seré yo quien niegue el derecho a la pataleta, el berrinche y la venganza... Pero sí voy a romper una lanza a favor de irse y no volver atrás, ni para escupir.

En primer lugar, porque es importante y bueno para la autoestima no rebajarse al nivel de quien te hizo daño. Soy consciente de que hay gente en este mundo que se merece que le digan a la cara, en voz alta y si es necesario hasta con panfletos, que es un hijo de puta (de cabrón... da igual), porque es gente que sigue así por la vida por que la educación de los demás lo ha permitido. Pero mira, esa gente no va a cambiar porque le digas la verdad a la cara. Es más, es gente que siempre sabrá como interceptar esa verdad, modelarla y lanzártela a la cara a bocajarro. ¿Y qué ganarás? ¿Un nuevo disgusto, la seguridad de que no te has equivocado pensando lo peor de esa persona? ¿De verdad consideras que es necesario ratificarte en tu opinión?
Si para tí supone un problema (ansiedad, insomnio, falta de apetito, nervios, llanto y hasta en casos, vómitos) (lo digo por experiencia personal, no por exagerar) no tienes que justificarte ante nadie. Puedes pedir consejo, claro que si, pero que nadie intente hacerte ver que "no es para tanto". Quizás a ellos no les parezca un mundo, pero no lo están sufriendo... Cada cual tiene sus puntos de vista y sus aguantes, que no son los mismos para todas las cosas que nos suceden.

En segundo lugar, para una confrontación hay que acudir al terreno enemigo. Y eso nos deja en desventaja... Esto es así aquí, en Pekin y en todas las películas de Chuk Norris. Acudes allí donde se genera tu estado de ansiedad para enfrentarte dialécticamente a alguien que ha sido capaz de afectarte tanto. Mala idea. Se huele desde aquí.
Para ganar a alguien en ese tipo de batallas hay que ser sereno, justo, tener don de la palabra, y llevar un discurso tan estudiado que no puedan encontrar una sola fisura por donde intentar minarte. Y seamos sinceros, si nos vemos en esas situación, no se puede decir que sea nuestro mejor momento... por lo que sin duda, tenemos muchas opciones de darnos de bruces y de quedar mal, lo que, tarde o temprano, también nos pasará factura, aunque sea en la autoestima.

Abogo pues por levantarse, decir basta de la manera más educada posible, aguantar de la mejor manera los días que sean necesarios hasta poder poner punto y final a dicho problema, relación, trabajo... y si no es posible, coger nuestros bártulos inmediatamente e irnos por la puerta sin mirar atrás. Sin más explicaciones, sin excusas, sin tratar de quedar bien o mal... Salir a la calle, cerrar los ojos y respirar hondo.

Cuando abras los ojos trata de ver las cosas con el color que tenían antes. Trata de recordar los colores, los olores, los sabores... de todo lo que te rodea. No desaproveches la oportunidad de estar con gente que te haga bien, de ir a algún sitio donde siempre te sintieras seguro y tranquilo y sobre todo, concédete la oportunidad de hablarte libremente acerca de lo que sucedía. No renuncies a tu parte de culpa, pero perdónate en el acto, haz la promesa de no volverlo a repetir y trata de cumplirla a raja tabla. Quita a esa persona de tu móvil, de tus redes sociales y si no sabes como, tú pregunta que seguro que hay alguien que te ayuda. 

No hace falta vivir así, porque vivir así no es vivir en absoluto.


4 comentarios:

Charo Palacios dijo...

Muy bien dicho todo, bien meditado y bien hecho ;) Ahora a recuperar el color y el sabor de las cosas. Un abrazo.

El caballero Metabólico dijo...

Uff, se ve que te has quedado a gusto. Creo que todos nos hemos podido ver alguna vez en una situación así. Yo al menos. Hay que alejarse de las personas tóxicas.

¡Un saludete!

Patch dijo...

Gracias a ambos. La verdad es que sí, me he quedado nueva. Me tomé mi tiempo para escribir esta entrada porque, si en algún otro momento me veo así, quiero tener algo que me haga mirar al frente, y que por una vez, sea de mi propia cosecha.

Carmen López y Martí dijo...

Y mira que está muy bien escrita y mejor pensada aun, créeme. Me hiciste recordar mucho de lo que viví yo el año pasado y a lo que no estoy dispuesta a regresar aunque me quede en el trabajo. Hay que aprender muchas cosas a lo largo de la vida, tengas la edad que tengas. Yo aprendí a no tomarme las cosas de forma tan personal y, por supuesto, a ignorar al otro cuando se pone en un plan difícil. Porque, lo que dices de la autoestima es cierto y, cuando de toman la medida, ¡olvídalo!, seguro que quien la pasará mal serás tú, no el otro. Pero, como bien te dijeron Charo y Pedrete, ya estás del otro lado, corazón. Ya has aprendido un poco más y tu vida se ha enriquecido haciéndote más sabia :*